Revista Jurídica Cajamarca |
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La justicia y la misericordia'Abdú'l-Bahá (*) |
Has de saber que hacer justicia
es dar a cada cual según su merecimiento. Por ejemplo, cuando un obrero
trabaja de sol a sol, la justicia requiere que se le pague su jornal;
pero cuando, después de no trabajar ni preocuparse de ello, se le hace
un obsequio, tal acto es un favor. Si das limosnas y dádivas a un
pobre, aun cuando él no se haya tomado ninguna molestia por ti, ni haya
hecho nada para merecerlas, tal acto es un favor. Y así, Cristo suplicó
el perdón para sus verdugos; eso es lo que se llama misericordia. Ahora bien, la cuestión de la
bondad o maldad de las cosas suele ser determinada por razón o por ley.
Algunos creen que se determina por la ley, como es el caso de los judíos
que creyendo que todos los mandamientos del Pentateuco son absolutamente
obligatorios, los consideran materia de ley, y no de razón. Así es que
dicen que uno de los mandamientos del Pentateuco considera ilícito
ingerir carne y mantequilla al mismo tiempo, porque eso es "taref"
(taref en hebreo significa impuro), así como "kosher"
significa puro. Se trata según dicen, de una cuestión de ley y no de
razón. Pero los teólogos piensan que
la bondad o maldad de las cosas depende tanto de la razón como de la
ley. El fundamento primordial de la prohibición de cometer homicidio,
robo, traición, falsedad, hipocresía y crueldad, es la razón. Todo
hombre inteligente comprende que el homicidio, el robo, la traición, la
falsedad, la hipocresía y la crueldad, son malos y vituperables; pues
si a un hombre se le punza con una espina grita, se queja y se lamenta.
Asimismo, comprende que, a la luz de la razón, el homicidio resulta
malo y vituperable. Si esa persona perpetrara un homicidio, sería
responsable, ya sea que esté o no enterado del renombre del Profeta,
pues es la razón la que advierte el carácter reprensible del crimen.
Cuando un hombre comete un acto tan reprobable, ciertamente se le
considera responsable. Mas si en un lugar donde los mandamientos del
Profeta no son conocidos la gente no obra de conformidad con enseñanzas
divinas tales como el mandamiento de Cristo de devolver bien por mal,
sino que siguen las inclinaciones de la naturaleza, atormentando a
quienes les atormentan, desde el punto de vista de la religión esa
misma gente sería absuelta dado que el mandamiento divino no les habría
sido proporcionado. Aunque no merezcan misericordia ni beneficencia, no
obstante, Dios les tratará con misericordia, y les perdonará. Ahora bien, la venganza, a la
luz de la razón, también es censurable, pues con ella el vengador no
consigue nada bueno. Si un hombre golpea o otro, y el agraviado se venga
devolviendo el golpe ¿qué ventaja obtiene? ¿hará ello las veces de
un bálsamo para su lesión?, ¿aliviará su dolor? ¡No, Dios lo
prohiba! En verdad, los dos actos son iguales: ambos constituyen
injurias; la única diferencia es que uno ocurrió antes y el otro después.
Por consiguiente, si quien fue golpeado perdona, o más aún, si procede
de una manera contraria a la que fue empleada contra él, tal proceder
es loable. La ley de la comunidad castigará al agresor, pero no tomará
revancha. Este castigo tiene como finalidad advertir, proteger y hacer
frente a la crueldad y la transgresión, para que otros hombres no se
vuelvan tiranos. Mas si quien ha sido golpeado
disculpa y perdona, da muestras de la más grande misericordia, haciéndose
digno de admiración.
(*) Filósofo persa (1844-1921). Autor de las obras "Filosofía Divina", "Fundamentos de Unidad Mundial", "Secreto de la Civilización Divina", "Respuestas a algunas preguntas", entre otras. El presente texto ha sido extraído de la obra "Contestación a unas Preguntas" editada por Laura Clifford Barney de Editorial BAHA’I. 4ta. Edición Revisada. Buenos Aires, 1972. |
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